NO HE VENIDO A SER SERVIDO, SINO A SERVIR

17 Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino:
18 « Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte
19 y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará.
20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo.
21 Él le dijo: « ¿Qué quieres? » Dícele ella: « Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino. »
22 Replicó Jesús: « No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? » Dícenle: « Sí, podemos. »
23 Díceles: « Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.
24 Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos.
25 Mas Jesús los llamó y dijo: « Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.
26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,
27 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo;
28 de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos. » (Mt. 20, 17-28)

El desear ser tenido en algo, ¡o en mucho!... El que valoren mi pequeñez, como si fuera algo grande… El ser preferido a los demás y ser digno de mayorías y grandezas, que mi imaginación sueña, esto, en el corazón de “el hombre carnal”, es lo normal, lo que me pide la naturaleza por estar herida por el pecado que nos viene de antiguo. Por nosotros mismos, no hemos podido salir de esta mísera condición… Por esto, “Dios, por el gran amor con que nos amó”, entró en esta “brecha” y la purificó de sus manchas y tendencias pecaminosas…

¿Qué nos extraña esta descarada actitud de la madre de los Cebedeos y de sus dos hijos?… ¡No, no debe escandalizarnos, pues esto nos sirve para nuestro bien, al ofrecernos Jesús su ejemplo!: pues nada nos enseña y exige si primero no se muestra Él como modelo a seguir y Señor de todas nuestras apetencias malsanas…

Jesús, en el colmo de su benevolencia y amistad todavía unilateral, a sus apóstoles les cuenta, en un desahogo, lo que será de Él en Jerusalén, “a manos de los judíos y los gentiles: se mofarán de Él, para después matarle con muerte ignominiosa, pero a los tres días resucitará”…

Ellos no escuchan, oyen, pero no quieren entender estas palabras de Jesús, dichas con tanto amor y tanta pena, por el pecado de su amado pueblo... ¡Siguen obstinados en sus deseos y ambiciones!... Y Jesús, con infinita paciencia, desciende de su altura divina y les habla en su mismo terreno y lenguaje: “Mirad, sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen”, porque son iguales que ellos, en su deseo de pisarse unos a otros... “Pero no así entre vosotros: el que quiera ser grande, que sea vuestro servidor y vuestro esclavo, como Yo, que no he venido a ser servido sino a servir y dar la vida para rescatar a muchos”...

¡No, ellos no pueden todavía con esta “sana doctrina”, pero la gracia de Cristo los alcanza para que estas palabras les lleguen al corazón y les vayan trabajando, poco a poco, hasta dar a luz al “hombre nuevo”!…

Nosotros somos en todo semejantes a ellos… Y Jesús nos invita a abrirnos a la gracia para que el Espíritu cambie nuestros pensamientos y deseos. Y lo primero que nos damos cuenta, es que “no podemos hacer nada conducente para la vida eterna”… Nosotros “no nos lo podemos curar”, es “Otro” el que ha pagado un precio por nosotros. Y como lo ha hecho, con Amor y por Amor, nada nos ha echado en cara, sino que “viene con Él su salario y su recompensa lo precede”…

¡Así es Dios con su criatura!… ¡Nunca llegaríamos a comprender el Amor de Dios si su Espíritu Santo no viniera a nosotros, por su benevolencia y misericordia y nos enviara un Rayo de su Luz, que es capaz de romper nuestras tinieblas y por su “brecha”, entrar ÉL , que es Vida y Calor divino!…

¡Pidamos al Señor esta gracia, con una suplica muy confiada al que es Consuelo y Fortaleza de su criatura!…

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