Ay de vosotros fariseos, que pasáis por alto el amor de Dios

42 Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello.
43 ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas!
44 ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo! »
45 Uno de los legistas le respondió: « ¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros! »
46 Pero él dijo: « ¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos! (Lc. 11, 42-46)

En este Evangelio, Lucas nos muestra la verdadera cara de los fariseos, el grupo “devoto” del pueblo de Israel, que se hacían pasar por “santos” y “justos”, no sólo ante Dios, sino ante todo el pueblo. Pero Jesús les pone en evidencia. Les advierte que Dios lee sus segundas intenciones y, por tanto, su corazón torcido y manchado. Porque: “no está acreditado el que se recomienda a sí mismo, sino aquél a quien el Señor recomienda”. Ellos quieren aparentar lo que no son, por ello sus obras no son buenas ante Dios, aunque engañen a los sencillos y a los pobres…

En muchas ocasiones Jesús les denuncia crudamente: “¡Sois falsos y mentirosos!”… “¡Os cuidáis escrupulosamente de pagar el diezmo de las hortalizas, y ofendéis a Dios y a los hombres descuidando el Amor que debéis, como el Primer Mandamiento, a ambos!”…

¿Y qué es este Primer mandamiento?: Pues amar a Dios, sobre todo, aún sobre las obras buenas que son para dar culto a Dios. Dios es Dios y todo lo que hay fuera de Él es criatura, es decir, ser dependiente de Él… Él es el Ser que no depende de nada ni de nadie… Pero “Dios es Amor” y, en su infinita misericordia, quiso hacer partícipes de su imagen y semejanza a seres que salieran de su Ser Amante: y este es el hombre… Olvidar esto nos hace caer en actitudes aberrantes y, por tanto, mentirosas. Nuestro ser pequeño sólo tiene sentido en una total Acción de Gracias y Alabanza a Dios, “porque es eterna su misericordia”… ¡Esto lo entendieron muy bien los profetas, que no se cansaban de proclamarla, a veces hasta con gritos y con su propia vida, a todo el pueblo de Israel, “el pueblo escogido del Señor”!…

Y los que Dios escoge, a veces no son buenos. Es su Amor y predilección lo que los hace buenos, si el hombre quiere y se deja hacer por la humildad y la obediencia a ese Dios, que sólo desea que el hombre llegue a la felicidad eterna. Por esto, “el buscar los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas”, se da de bruces con esta conciencia clara de ser criatura, y por tanto no autosuficiente, sino siempre en relación con Dios…

Y sobre “el amor al prójimo”, estos Maestros de la Ley la interpretaban tendenciosamente y eran capaces, “por justicia y amor a esta Ley, de “cargar sobre los hombros pesos insoportables, que ellos ni tocaban con un dedo”…

Mirando a estos hombres tenemos que confrontarnos con ellos: ¿cómo llevo yo en mi vida este doble mandamiento de Dios, que es Dios mismo, el Amor?… En nuestros ratos de oración tendremos que tomar la criba muy fina de un discernimiento veraz, iluminado por el Espíritu Santo, que es quién solamente puede escudriñar, a la luz de Dios, hasta los últimos entresijos de mi corazón, para darme a conocer quién soy y qué siento, pienso y hago… Dice Santa Teresa, doctora de la Iglesia, que un poco de conocimiento de sí mismo, es de gran valor… :“Es el pan con que todos los manjares se han de comer”…

¡Seamos dóciles a esa luz de Dios que regala a todos los que le buscan con Amor, negándose a sí mismos, para que Él sea únicamente el que me habite!...

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