Jesús, Señor del sábado

1 Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos.
2 Algunos de los fariseos dijeron: « ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado? »
3 Y Jesús les respondió: « ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
4 cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban? »
5 Y les dijo: « El Hijo del hombre es señor del sábado. » (Lc. 6, 1-5)

El “Sabbat", el sábado, es para los judíos el día consagrado al Señor y en él estaba prohibido hacer cualquier trabajo, ya sea servil o remunerado. El “descanso sabático”, era muy respetado por todo fiel judío. Este Día, estaba así manifestado en su Palabra Sagrada: “Y dio por concluidas Dios, en el séptimo Día, el trabajo que había hecho: (la creación) y cesó en el Día séptimo, todo el trabajo que hiciera. Y bendijo Dios el Día séptimo y lo santificó” (Gen. 2,1-3). ¡Era pues, la Alianza que hiciera Dios con el hombre y había que respetarla, cumplirla y dar gracias a Dios por Ella!… Pero los fariseos, que se erigían como intérpretes de la Ley, habían rodeado este precepto bueno y bendito, de múltiples prescripciones que lo ahogaban…

Y tenemos aquí, este pasaje, en que estos “celadores de la Ley”, le critican a Jesús porque sus discípulos, frotan y se comen los granos de las espigas, al tener hambre. Y Jesús, les trae a la memoria el texto sagrado en que David, que iba huyendo de la persecución del rey Saúl, entró en la casa de Dios y le pidió al sacerdote, pan profano, para comer él y los que le seguían. Pero al no tener este pan, el sacerdote, le ofreció el pan que se ofrecía a Dios cada día y que sólo podían comer los sacerdotes…

“Dar de comer al hambriento”, es una obra de misericordia, de Amor, y está por encima de cualquier Ley… Jesús viene a revelarnos, que la Ley suprema, es el Amor: Amor a Dios y Amor al prójimo, por Él: “porque lo que hicisteis a uno de estos mis pequeños hermanos, me lo habéis hecho a Mí”… Y por fin, concluye Jesús con una frase lapidaria: “¡El Hijo del Hombre, es Señor del sábado!”…

Si les costaba a los fariseos cumplir la Ley, cuanto más tener que asimilar: “Aquí hay Uno, que es mayor que el sábado”… ¡Jesús, se compara a Dios y esto para ellos, era una blasfemia, que le costaría su condena y muerte, ante su pueblo elegido!…

“El Señor del sábado”, es la plenitud de la Revelación de Dios, del Dios- Yahvé, a quien ellos adoraban, pero que estaban lejos de admitir, que Él se podía seguir revelando a ellos y ahora en “su Hijo, el Amado”, “en Quién se acaba todo en todos”… ¡Necesitaban una gracia especial, para tener un corazón de niño y acoger la sorpresa que Dios les quería regalar!: ¡Que el mismo Dios, estaba, hasta físicamente, conviviendo con ellos, con su Cuerpo y Divinidad, para que “en verdad” gozarán, ya aquí, en la tierra, de su Presencia Viva!: En Jesús, se estaban cumpliendo todas las profecías del Antiguo Testamento, por esto les dice: “¡Estudiáis y escrutáis las Escrituras, porque pensáis, que en Ellas, tenéis vida eterna!... ¡Y Ellas, son las que dan testimonio de Mí, y no queréis venir a Mí, para tener la Vida!” (Juan 5, 39-40)… ¡Jesús, les habla claramente y sin ambigüedades!…

¿Y nosotros?: ¿Vamos a Él, para tener ya aquí Vida eterna?…

¡Que el Señor Jesús, nos atraiga hacia Sí, por su Palabra orada y meditada con Amor!…

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