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SANTA MARTA

19 Y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.
20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.


21 Dijo Marta a Jesús: « Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá. »
23 Le dice Jesús: « Tu hermano resucitará. »
24 Le respondió Marta: « Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día. »
25 Jesús le respondió: « Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? »
27 Le dice ella: « Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo. » (Jn. 11, 19-27)

Marta lleva por título: “mujer hacendosa”. Y “hacendosa” viene de hacer. Ella es la que hace, organiza, programa… Todo lo tiene bajo su control y así cumple el plan que Dios hizo para el hombre después de crearle y con él a todas las cosas: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla y mandad en los peces y en las aves” (Gen. 1,28). Este mandato se refiere al hombre en relación con todas las cosas… Pero ¿Y en su relación con Dios?... Pues Yahvé dijo: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas”… ¡Todo, todo!… ¡Sin que nada quede fuera de cada hombre: “Este es el primer mandato”!...

Por esto, Marta estaba equivocada en el orden de sus valores: lo primero para ella era el orden de todas las cosas, tenerlas bajo su control. Ello le daba seguridad y ¡Además estaba en orden cumpliendo un mandato de Dios, desde el principio!… Pero Jesús viene a recordarle: “¡Marta, Marta te afanas por tantas cosas y una sola es necesaria, tu hermana ha elegido la mejor parte y no se la quitarán!”… El afán por las cosas produce agobio e inquietud, y esto no lo quiere Dios, aunque digamos: “¡Lo hago para agradar a Dios!”…

Pero Marta tenía un resquicio en su corazón por donde la gracia entró con mucha fuerza: Ante la muerte de su hermano Lázaro todo pasó a segundo lugar y sólo deseaba que Jesús escuchara su oración ante su hermano inerte… “¡Oh, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!”… “¡Pero sé que tu oración al Padre siempre es escuchada!”... Marta le ofrece a Jesús su súplica y su confianza en Él… ¡Y Jesús va más allá y le pide “una fe total” en su Persona: “¡Yo soy la Resurrección y la Vida!... ¿Crees esto?… y Marta, que ama a Jesús más que a sí misma, en estos momentos le confiesa: “!Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!”…

Marta ha tocado el corazón de Dios, que es la fe en Su Hijo Jesús y Dios también como Él… Jesús es la Vida, por ello la trae en abundancia hasta resucitar a un cuerpo que lleva cuatro días muerto... Si esto es así, ¿Cómo no dará la Vida eterna a los que creen en Él, aunque hayan muerto?...: “No morirá para siempre”...

¡Pero este milagro tan inaudito sólo se puede creer por la acción del Espíritu Santo en nuestro corazón!... Y un corazón que no esté absorto en los afanes de las cosas temporales, sino abierto, por oraciones prolongadas, a las realidades eternas: “Ésta es la mejor parte de María”, que Jesús invitó a abrazar a Marta. Y ella, al fin, pudo saborear, gustando de Jesús, que era Dios y estaba dentro de ella, disfrutando de la Vida Eterna, ¡Que eso es amor en acción!…

¡Jesús, ayúdanos a hacer este camino de conversión de la mano de mujer tan santa, que supo renunciar a su natural bueno, pero no perfecto, y abrazarse a Ti como “lo Único necesario”…

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