LAS TENTACIONES DE CRISTO 1

1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.

2 Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
3 Y acercándose el tentador, le dijo: « Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. »
4 Mas él respondió: « Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. »
5 Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,
6 y le dice: « Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna. »
7 Jesús le dijo: « También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. »
8 Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria,
9 y le dice: « Todo esto te daré si postrándote me adoras. »
10 Dícele entonces Jesús: « Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto. »
11 Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían. (Mt. 4, 1-11)

Jesús, se dejó tentar por Satanás, es más, lo quiso, porque el Espíritu lo arrastró, lo llevó al desierto para ser allí tentado. ¡Qué misterio tan grande el que Dios entre en relación con Satanás y dialogue con él…! Jesús mismo fue el único que pudo contar este hecho a sus discípulos, porque en el desierto estaba solo. Solo con el cielo y la arena, las piedras y el sol aplastante y también las fieras que habitan estos paraje solitarios: los chacales, el león, el leopardo…

Jesús, Dios, entre sus criaturas, pero sobre todo, con Satanás…, espíritu puro que acudió a la cita de su soledad y también de su ayuno prolongado.

Jesús, antes de su misión, necesita hablar con el Padre. Su humanidad está sedienta de preguntar, en estos 40 días, por la voluntad del Padre; necesita acariciar el Rostro de Dios, dejarse llevar de su ternura y cariño; decirle pausadamente e incansablemente: “¡Abbá, abbá, Papá…!, dime cómo he de hacer, guíame, confórtame, estate siempre conmigo… contigo a mí derecha no vacilaré…” Y así, día tras día, sin comer pan, ni beber agua…

Tus ángeles, que después te confortaron, ahora lo hicieron también para que pudieras soportar ayuno tan prolongado, que un hombre, con sus solas fuerzas, no puede resistir… La oración era tu alimento y en ella estabas todo tu tiempo… La Palabra del Padre te alimentaba y olvidaste el pan material, olvidaste que tu cuerpo iba desfalleciéndose, porque el cuerpo pide lo suyo, aunque el espíritu le sostiene en esta dialéctica… “Sí, Padre, así te ha parecido mejor”, “hágase tu voluntad” y no la mía de hombre, “pero si es posible, pase de mí este cáliz…”, aunque sé que no es posible, “sino que para esto he venido, hágase tu voluntad”…

Una y otra vez hablando al Padre de tu misión mesiánica y cuando al cabo de 40 días, tu voluntad humana quedó sumisa a la voluntad divina, entonces sentiste hambre, hambre y sed, algo que te devoraba y te hacía sucumbir extenuado…, pero allí no podías saciarte, estabas en el desierto y recordaste el maná que tú pueblo de Israel recibió del cielo para no morir. “La Palabra del Padre les proporcionó pan de ángeles de todos los sabores”…

PRIMERA TENTACIÓN.

Y en este momento, entró en escena Satanás, que estando inseguro de tu divinidad quería probar si de verdad eras Hijo de Dios o no: “con tu poder, convierte estas piedras en pan”. Mejor es ese pan caliente y crujiente que ese “pan sin sal”… Qué fuerte tentación hablarle a un hambriento de una hogaza de pan reciente y tostado…, fuerte tentación a cualquier hombre que en el desierto ha permanecido tantos días sin comer…, pero Jesús ha sentido el roce de Dios cada día y esta tentación le parece un burdo engaño del diablo…

“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Y huyó vencido Satanás, dejó de tentarle con los bienes materiales… “Y se acercaron los ángeles y le servían” .Espíritus buenos al servicio de Dios que siempre entran en acción cuando Él así lo quiere en su bondad. Y le servían ese pan que habías rechazado prefiriendo lo que Dios quiere…

¡Entremos en contacto diario con la palabra de Dios y no caeremos en la tentación, a ejemplo de Cristo!...

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