SAN JUAN BAUTISTA.

1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
7 Y proclamaba: « Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. » (Mc. 1, 1-8)

Jesús envía su mensajero delante de Él para que le prepare el camino. Juan Bautista fue fiel en su vida a lo que Dios pedía de él. Y lo que quería era un profeta, “y más que profeta”, porque con él se clausuran todos los oráculos del Antiguo Testamento, y las promesas están a punto de cumplirse en Jesús.

Juan lo anuncia: “¡es El, el Mesías tan esperado!, ya está en medio de nosotros y es más poderoso que yo, porque yo os invito a la conversión del corazón con un bautismo de purificación, pero Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego que os abrasará en su amor”.

La tarea de Juan es preparar a Jesús un pueblo bien dispuesto por las buenas obras, en una vida pura. Y para predicar esto y bautizar a todos los que se le acercaban en el Jordán, estuvo más de 30 años en el desierto, viviendo austeramente y orando en todo tiempo. Allí comprendió, en medio de su soledad, que él era tan solo una voz en el desierto y que a quién había de anunciar, era la Palabra de Dios, Dios mismo, a quien él no merecía ni desatar la correa de su sandalia (tarea ésta de esclavos).

En sus largos silencios él sólo oía: “El tiene que crecer ante todos y yo tengo que menguar”, hasta desaparecer, cuando Él ya se manifieste. Sabía muy bien el sentido de toda su vida: anunciar, preparar el camino y de nuevo cuando Él esté entre el pueblo, volver a guardar silencio. Su misión es muy corta, pero muy importante.

A nosotros el Señor también nos ha encomendado una sola tarea, que resume toda nuestra vida. Entre las mil actividades, es posible que no la distingamos. Todo parece mezclarse en una trama de ocupaciones. Pero si en la oración preguntamos insistentemente a Dios, Él nos revelará algo que define toda nuestra vida y de lo que se derivan nuestros deseos y afanes…

Una vez descubierto el núcleo de nuestra persona, hemos de entregarnos a Él en una continua fidelidad a la voluntad de Dios. Jesús, va delante de nosotros, iluminando nuestro camino y Juan Bautista nos tira de la mano para imitarlo en su fidelidad y amor a la misión….

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