ULTIMO DOMINGO (T. Ordinario)

CICLO B

-JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO-

Dn. 7, 13-14

13 Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia.

14 A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás.

(v. 13)       -   En las visiones de la noche aparecesobre las nubes (fórmula acuñada en Daniel que sirve a todo el N.T. para expresar la venida del Hijo del Hombre y su ascensión a los cielos Mt. 24, 30; 26, 64; Ap. 1, 7).Hijo de Hombre = BAR NASA= (arameo) Y BEN >ADAM (hebreo), ambas equivale ahombre. En Ezequiel Dios llama así al profeta, pero aquí tiene un sentido especial, eminente, designando a un hombre que supera misteriosamente la condición humanasentido personal como atestiguan: textos apócrifos antiguos: Henoc y IV Esdras; interpretación rabínica y Jesús mismo aplicándoselo (Mt. 8, 20). Pero tambiénsentido colectivo (v. 18, v. 22) = son los Santos del Altísimo. Pero este sentido, igualmente mesiánico, prolonga el sentido personal ya que el Hijo del hombre es cabeza, representante y modelo del pueblo de los santos. San Efén por eso pensaba que la profecía se refería primero a los judíos (los Macabeos) y por encima de ellos y de manera perfecta a Jesús.

                  -   Aquí en Daniel, este Hijo de hombre es llevado a la presencia del Altísimo (del Anciano), mas en (Mc. 13, 26) es él quien desciende del cielo.

(v. 14)       -   (7, 27) (Ap. 4, 11) A este personaje se le ha dado todo poder, toda gloria como a Dios y se le han entregado todas las naciones de la tierra y todo ello por toda la eternidad. Su realeza sólo puede ser una realeza divina.

Segunda Lectura: Ap. 1, 5-8

5 y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados

6 y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

7 Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén.

8 Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, « Aquel que es, que era y que va a venir », el Todopoderoso.

                  -   Saluda Juan a las siete iglesias de Asia con el saludo cristianogracia y paz, es decir, KHAIRE (“salud en griego) y SHALOM (“paz, saludo de los semitas). Mas como el hombre no es quien imparte la bendición, sino Dios mismo, en tres fórmulas solemnes en que se ha dado Dios a conocer en

(v. 5a)       la revelación aparece aquí su nombre.. En tercer lugar, se menciona a la segunda persona de la Trinidad divina, Jesucristo y con tres predicados se trae a la memoria: 1º) su aparición como hombre en condición humilde, 2º) su obediencia al encargo de revelar al Padre hasta la muerte y 3º) su glorificación con la resurrección y la elevación al trono del Padre para reinar sobre todos los poderosos de la tierra y así resalta su figura de Redentor.

             1º)   La vida de Jesús se reduce a dar testimonio, no en el sentido de informar sobre Dios, sino en darse Dios mismo a los hombres en figura de hombre: se nos da a sí mismo, su Palabra que es la plenitud de la revelación, pues Jesucristo es la Palabra de Dios (19, 11) en persona y merece una fe absoluta e incondicional.

             2º)   El es el Primogénito de los muertos porque fue el único a quien la muerte no pudo retener. Por su Resurrección ha creado un nuevo hombre para Dios (3, 14), un hombre renacido de la caducidad y de la muerte. Y esta glorificación comenzada en su resurrección tiene un signo determinante para todo el orbe.

              3º)   La soberanía junto al Trono de Dios sobre todos los políticos de la tierra (17, 14; 19, 16).

(v. 5b)       -   Estas tres declaraciones de soberanía desembocan en una triple alabanza de Jesús y de su obra, en la

(v. 6)         que se significa lo que él es para nosotros. Por la a) grandeza de su amor, este omnímodo poder no ha supuesto distanciamiento de los suyos, sino cercanía. b) Su sangre -símbolo aquí de la vida- (Lev. 17, 11) nos liberó del poder del pecado que nos llevó a la muerte. Y esta liberación no nos hizo súbditos sino c) soberanos junto a El en la tierra. Participamos en su Sacerdocio eterno que en el N.T. es sacerdocio regio (I Pe. 2, 9; Heb. 5, 6; 7, 17.21). Esta participación nos ha hecho adoptar los mismos sentimientos sacerdotales para con Dios (Heb. 10, 8-10); el ser mediadores entre Dios y el mundo (Heb. 5, 15; 7, 24).

                  -   Los predicados de soberanía: gloria y poder en el Señor exaltado se repiten como una fórmula de confesión reafirmándose con elAmén hebreo.

(v. 7)         -   Estos atributos ocultos ahora, resplandecerán un día ante todo el mundo. La humanidad no se planteará: ¿qué viene?, sino ¿quién viene?. Con dos imágenes del A.T. se habla del que ha de venir (Dn. 7, 13s.), como Señor del mundo (Dn. 7, 26) y como crucificado, el atravesado por la lanza (Za. 12, 10) (Jn. 19, 07) Pero la convicción y el arrepentimiento de los que le atravesaron llegará demasiado tarde. Esto se corrobora con un doble sí.

(v. 8)         -   Dios mismo pronuncia la última palabra de la introducción. Así como el alfa y la omega se hallan al principio y al fin del alfabeto, Dios está en el pasado, presente y futuro y todo lo abarca: como creador, salvador en la historia y juez al fin de los tiempos, es decir: el Todopoderoso.

Jn. 18, 33-37

33 Entonces Pilato dijo a Jesús: « ¿Eres tú el Rey de los judíos? »

34 Respondió Jesús: « ¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí? »

35 Pilato respondió: « ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? »

36 Respondió Jesús: « Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí. »

37 Entonces Pilato le dijo: « ¿Luego tú eres Rey? » Respondió Jesús: « Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz. »

                  -   Lo mismo que los sinópticos, Juan pone de manifiesto una de las acusaciones más importantes dirigida por los judíos contra Cristo: la usurpación de la realeza. Esta cuestión había sido puesta de manifiesto sin duda con la esperanza de que Pilato reaccionara como buen funcionario del Emperador (Lc. 23, 2). Pero mientras que los sinópticos insisten sobre el silencio de Cristo (para compararlo seguramente con el mutismo del Varón de dolores Is. 53, 7), Juan desarrolla un diálogo sobre el tema de la realeza.

(v. 33)       -   La pregunta hecha por un romano, Pilato, podía ser ambigua. Cristo antes de responder le pregunta a

(v. 34-35)  su vez si lo dice en sentido romano o habla del Rey Mesías, de un Reino muy distinto. Así, pues, la pregunta viene de los judíos, no de Pilato y sin equívocos ya, responde Cristo.

(v. 36)       -   Jesús le habla de la realeza (tema no típico en Juan) (3, 35 sólo). Transmite Juan, por tanto, el diálogo en su forma y realidad más profunda. Un tema, según el estilo de Juan, en dialéctica, como en todo su evangelio: distingue lo que es de este mundo y lo que no lo es (Jn. 8, 23; 17, 14).

(v. 37)       -   Pilato no tiene esa fe que le permitiría captar la diferencia entre estas dos realidades y toma sólo una palabra de la respuesta de Jesús:Entonces ¿tú eres Rey?. Le responde afirmativamente y explica esta realeza, su contenido (la definición es típica en S. Juan):Yo he venido al mundo (Jn. 1, 10) para dar testimonio de la verdad, para decir al mundo lo que yo he visto de la vida divina (Jn. 3, 32; 5, 33). Para Jn., la verdad es la propia vida divina (I Jn. 3, 19). Pero Pilato, no tiene su fe y se queda parado una vez más ante esta respuesta equívoca que él entiende a la manera de los filósofos romanos.

                  -   He aquí la afirmación de la realeza de Cristo y su explicación en cuanto pertenencia al mundo divino, como lo entendían los primeros cristianos. Los sinópticos dan a la realeza de Cristo un carácter mesiánico (Cf. narraciones de la Ascensión y Resurrección en Mateo y Act.). Adquiría así un carácter cósmico. Juan va más lejos mostrando que ésta va unida a los orígenes divinos de Cristo.

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