HOY EL RETO DEL AMOR ES ECHAR UNA MANO

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

MIRANDO HACIA ATRÁS

Ayer por la tarde encontramos un huequito para trasladar unos trastos de un sitio a otro del monasterio. Lo teníamos todo en la huerta, habíamos comenzado a meterlo en un cubo con ruedas pero era demasiado, así que me fui a por una carretilla para terminar de cargarlos todos.

Dando por hecho que yo llevaba la carretilla y Sión el cubo, comenzamos el traslado. Sólo había que recorrer un sendero de tierra, atravesar un jardín, saltar un camino de piedra que se cruzaba...

"No parece muy difícil", pensé. Me lancé a ello y lo superé sin grandes dificultades. Pero luego miré hacia atrás y vi a la pobre Sión, con el cubo de ruedas en una mano y una bolsa en la otra, intentado saltar un pequeño escalón. Me reí de mí misma al descubrir que me había quedado con lo mas fácil y, dejando la carretilla, salí corriendo a ayudarle con los obstáculos.

De ese modo, las dos fuimos avanzando poco a poco y conseguimos llegar hasta el otro lado de la huerta.

En ese momento me di cuenta de que en realidad nos necesitábamos la una a la otra. Porque, si hubiera estado una de las dos sola, además de haber tenido que hacer más viajes, tampoco hubiera conseguido atravesar con el cubo aquellos obstáculos. Y esto fue un regalo del Señor en aquella tarde, porque Cristo te regala descubrir la comunidad, la necesidad de los hermanos que te impiden caer en el individualismo que te aleja de Cristo, que es Amor.

Puede que hoy te parezca el camino fácil, pero, si miras para atrás, verás a muchos que no pueden con esos pequeños obstáculos. O puede que vayas arrastrando el pesado cubo... pero, si inicias el camino sin miedo, descubrirás que el Señor te pone hermanos que te ayudarán para que llegues a suelo firme.

Hoy el reto del Amor es echar una mano. Hoy observa a tu alrededor y tiende tu mano al necesitado que no tiene qué comer, o a esa abuelita que necesita cruzar la calle; no dejes que se te pase el día sin mirar por alguien y deja que el Señor te sorprenda mostrándote que tú también les necesitas a ellos.

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