HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

SALMO RESPONSORIAL

Día 9 de abril, domingo de Ramos, ciclo A
Salmo 22(21) 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza:
“Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere”.
Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Pero tú Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel.

Este domingo es el pórtico de la Semana Santa. Iniciamos la Eucaristía con una procesión o entrada solemne, que narra el episodio de la entrada de Jesús en Jerusalén, aclamado por la multitud que reconoce en El un profeta.Salimos en procesión cantando un salmo, por lo que este domingo tiene dos salmos en la liturgia.

La primera lectura proclamada es uno de los poemas del Siervo de Yahvé del libro de Isaías; éste por una parte ha de encontrar palabras de ánimo para sostener al abatido y por otra ha de dejarse espabilar cada mañana para aprender. Vemos al Siervo que confía, a pesar de que todo va mal, porque sabe que no quedará defraudado. Y escuchamos expresiones idénticas a las que después, en el relato de la Pasión, narran lo que Jesús sufría. Lo mismo que en el salmo responsorial, que es el salmo que recitaba Jesús en la Cruz. El oraba con los salmos habitualmente, los sabía de memoria y por eso encontró el más oportuno en su momento crucial, que le dio las expresiones justas en su momento de dolor, pero que también cantaba la esperanza cierta y la confianza total en Dios.

El salmo responsorial es el 22 (21) que es uno de los más bellos de todo el salterio. En él se da una exacta proporción entre la expresión y el contenido. Es de gran profundidad humana y religiosa. Es un salmo de súplica individual, y algunos autores añaden, angustiada. A lo largo del salmo aparece la gama entera del mundo emocional, desde los máximos dolores hasta el ápice de esperanza confiada y la alegría. En todo el salmo aparece el carácter personal y lo más íntimo y profundo de la persona, expresado en bellas comparaciones.

Tiene dos partes diferenciadas. En la primera parte del salmo aparece el dolor total, moral y físico, bien argumentado, con tremendas comparaciones;declara numerosas formas de dolores: enfermedad de muerte, falta de fuerzas… pero todo es poco al confrontarlas con la angustia de que Dios le ha abandonado. Un sentimiento profundamente doloroso impregna todas sus expresiones. Pero en la segunda parte como si de la misma lucha surgiera la curación, aparece una iluminación cuajada de esperanza.

La 1ª parte es una lamentación (v. 2-22) Comienza con la invocación del afligido que clama día y noche sin obtener respuesta, y esto es el más grande de sus males, pues parece que Dios lo ha abandonado. Hasta calla mientras los enemigos se mofan de él. Pero reconoce que en el pasado fue asistido por Dios y cobra confianza, (entre metáforas y símbolos impresionantes). Va desgranando sus males para mover a Dios a compasión. No relata el mal concreto, pero sí que es de dimensiones sobrehumanas. Esto da al salmo un tono universalista. Aparece el autor sumergido en terrible agonía. Termina esta primera parte en una urgente petición, una confiada oración, v. 20-22.

Y comienza la 2ª parte (v 23-32) que es de acción de gracias y alabanza. Tiene un tono diverso, con promesas de alabanza del orante y de todos los justos, de las naciones…para persuadir tanto a Dios como a sí mismo, porque ya ha superado la fase de dolor. Ora dando gracias con todo el pueblo y se eleva en tono festivo, quedando atrás la desgarradora súplica. La confianza le ha llevado a superar todo el dolor.
En la segunda lectura de la Misa tenemos el cántico de Filipenses que explica el misterio pascual: Jesús, siendo Dios, se humilló y Dios lo exaltó, lo volvió al rango de Dios y le dio “el nombre sobre todo nombre”, aunque el fin de la entrega de Cristo es la gloria del Padre. El camino de humillación termina en exaltación y gloria del Padre.

Este domingo todas las lecturas y especialmente el evangelio están cargados de mensajes y evocaciones: eres invitado a descubrir el tuyo. Hoy es la puerta de la Semana Santa; “se abren los portones” para que, acompañando a Jesús, entremos con Él en Jerusalén: “vamos también nosotros y muramos con Él”… Y RESUCITEMOS CON ÉL. Feliz Pascua.

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