• 1

MISIÓN DE LOS 72

1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.

2 Y les dijo: « La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."
10 En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
11 "Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca."
12 Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad. (Lc. 10, 1-12)

Para la misión que Jesús nos ha encomendado, nos manda de dos en dos: si uno va solo y se cae, ¿quién lo levantará? La ayuda fraterna es un mandato de Jesús. El Espíritu está prometido “cuando dos o tres se reúnen en su Nombre”: juntos planean la misión, juntos se sostienen en la fe y en los decaimientos y juntos se enardecen en el amor a Dios y a los pobres. Pero para esta encomienda, tan solo armados con la espada afilada de la Palabra de Dios y la fe en la ayuda del Espíritu Santo, hay pocos obreros…

Muchos hombres desean escuchar la Buena Nueva de que Dios nos ama gratuitamente, pero el cristiano ha de ir también desprovisto de todo apoyo humano, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria de ser sanado y amar, no viene de nosotros, sino de Dios.

No al dinero y sí a la fe en la Providencia; no a llevar protección para el camino, porque “mi fuerza es el Señor”; no al discurso preparado, sino a la improvisación del soplo del Espíritu y una sola palabra de vida: “Paz a esta casa y a tu corazón, el Reino de Dios ya está cerca de ti, Dios te ama y ha dado su vida por ti”…¿Que para esta misión hay pocos obreros?, pues pidamos a Dios, que El da generosamente, pero hagámoslo con perseverancia, sin cansarnos, una y mil veces pedir y pedir y esperar sentados a la puerta de nuestra esperanza segura, porque sabemos bien de quién nos hemos fiado y El es fiel…

¡Señor, envíanos obreros a tu mies, tu amor lo necesita!

384C53A2 E60C 4901 AA29 BAC4423F1E9E

Imprimir Correo electrónico

Gracias a Google, Norton y McAfee, te podemos garantizar que nuestra web, su contenido y los servidores desde donde se proporciona el servicio, son 100% seguros y están verificados. Puedes comprobarlo pinchando en las imágenes de abajo .
navegacion segura googlenavegacion segura nortonnavegacion segura mcafee

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!