EL GOZO TRAS LA TRISTEZA

16 « Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver. »

17 Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: « ¿Qué es eso que nos dice: "Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver" y "Me voy al Padre"? »
18 Y decían: « ¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir. »
19 Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: « ¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: "Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?"
20 « En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
21 La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.
22 También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar.
23 Aquel día no me preguntaréis nada. (Jn. 16, 16-23a)

Juan parece que nos transmite palabras de Jesús, en la última cena, que son enigmáticas. Pero a la luz de la Resurrección y la Ascensión del Señor, todo queda muy claro: “aquel día ya no me preguntaréis nada”. Y así fue. Pero ahora, antes de su Pasión y Muerte, que tampoco entienden los discípulos, las palabras de Jesús les aturden y van llenándoles de una gran tristeza.

Con la condena y muerte de Jesús el mundo se alegró, los Sumos Sacerdotes y el pueblo judío, porque eran instigados por Satanás. Y mientras, los pobres seguidores de Jesús, estaban tristes y angustiados por la suerte de su Maestro. Jesús se lo profetiza para que cuando llegue se acuerden de que Él se lo había dicho.

“Un poco y ya no me veréis”. Así fue cuando Jesús fue apresado, condenado, muerto en una cruz y sepultado en un sepulcro.

“Pero un poco más tarde volveréis a verme”. Su tristeza, por la humillación y la ausencia, al aparecérseles resucitado se tornó en alegría exultante. No cabían en sí de gozo, como la madre que tras los dolores del parto, se entusiasma por el hijo que le ha nacido el mundo.

Y más tarde, sumidos en este gozo, de nuevo se ausentará ya definitivamente de este mundo, porque va el Padre… Nosotros vamos de sentimiento en sentimiento, pero no entendemos que esta ida definitiva de Jesús nos es muy necesaria, porque si no, no nos puede enviar al Consolador, al Espíritu Santo, que es el Amor del Padre y del Hijo y Él nos acogerá y abrazará nuestra debilidad, hasta que en el día final podamos estar ya para siempre con Cristo: “Yo en ellos y Tú en ellos”.

¿Quién puede decir cómo será esta unión y ser todos enteros poseídos por El?: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman, y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu… ¿Y qué nos ha revelado, si todavía no caminamos en la visión plena?. Pues su Espíritu ha hecho crecer nuestra esperanza hasta límites que no podemos medir. Es el “ya, pero todavía no” que tienen los que aman a Jesús y quieren acoger a boca llena su Palabra. La esperanza cierta crece; el amor se sale de madre del río de nuestro pobre ser y quisiéramos abrazar a todos y a todo, y nuestra fe se va afianzando como una roca fuerte y segura…

¿Qué más necesitamos en este ir y venir de nuestra vida, del consuelo del Espíritu a la añoranza de Jesús?... Él nos sostiene hasta verle cara cara y allí: “Ya no tendremos que preguntar o esperar nada”…

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